| Capítulo 2 |
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HIJITOS míos, estas cosas os escribo, para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, á Jesucristo el justo; |
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Y él es la propiciación por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. |
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Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. |
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El que dice, Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él; |
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Mas el que guarda su palabra, la caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabemos que estamos en él. |
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El que dice que está en él, debe andar como él anduvo. |
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Hermanos, no os escribo mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que habéis tenido desde el principio: el mandamiento antiguo es la palabra que habéis oído desde el principio. |
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Otra vez os escribo un mandamiento nuevo, que es verdadero en él y en vosotros; porque las tinieblas son pasadas, y la verdadera luz ya alumbra. |
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El que dice que está en luz, y aborrece á su hermano, el tal aun está en tinieblas todavía. |
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El que ama á su hermano, está en luz, y no hay tropiezo en él. |
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Mas el que aborrece á su hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe á donde va; porque las tinieblas le han cegado los ojos. |
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Os escribo á vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os son perdonados por su nombre. |
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Os escribo á vosotros, padres, porque habéis conocido á aquel que es desde el principio. Os escribo á vosotros, mancebos, porque habéis vencido al maligno. Os escribo á vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. |
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Os he escrito á vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito á vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno. |
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No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. |
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Porque todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es del mundo. |
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Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre. |
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Hijitos, ya es el último tiempo: y como vosotros habéis oído que el anticristo ha de venir, así también al presente han comenzado á ser muchos anticristos; por lo cual sabemos que es el último tiempo. |
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Salieron de nosotros, mas no eran de nosotros; porque si fueran de nosotros, hubieran cierto permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que todos no son de nosotros. |
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Mas vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. |
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No os he escrito como si ignoraseis la verdad, sino como á los que la conocéis, y que ninguna mentira es de la verdad. |
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¿Quién es mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este tal es anticristo, que niega al Padre y al Hijo. |
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Cualquiera que niega al Hijo, este tal tampoco tiene al Padre. Cualquiera que confiese al Hijo tiene también al Padre. |
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Pues lo que habéis oído desde el principio, sea permaneciente en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio fuere permaneciente en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre. |
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Y esta es la promesa, la cual él nos prometió, la vida eterna. |
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Os he escrito esto sobre los que os engañan. |
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Pero la unción que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros, y no tenéis necesidad que ninguno os enseñe; mas como la unción misma os enseña de todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado, perseveraréis en él. |
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Y ahora, hijitos, perseverad en él; para que cuando apareciere, tengamos confianza, y no seamos confundidos de él en su venida. |
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Si sabéis que él es justo, sabed también que cualquiera que hace justicia, es nacido de él. |