| Capítulo 3 |
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PALABRA fiel: Si alguno apetece obispado, buena obra desea. |
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Conviene, pues, que el obispo sea irreprensible, marido de una mujer, solícito, templado, compuesto, hospedador, apto para enseñar; |
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No amador del vino, no heridor, no codicioso de torpes ganancias, sino moderado, no litigioso, ajeno de avaricia; |
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Que gobierne bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción con toda honestidad; |
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(Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) |
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No un neófito, porque inflándose no caiga en juicio del diablo. |
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También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo. |
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Los diáconos asimismo, deben ser honestos, no bilingües, no dados á mucho vino, no amadores de torpes ganancias; |
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Que tengan el misterio de la fe con limpia conciencia. |
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Y éstos también sean antes probados; y así ministren, si fueren sin crimen. |
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Las mujeres asimismo, honestas, no detractoras, templadas, fieles en todo. |
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Los diáconos sean maridos de una mujer, que gobiernen bien sus hijos y sus casas. |
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Porque los que bien ministraren, ganan para sí buen grado, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. |
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Esto te escribo con esperanza que iré presto á ti: |
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Y si no fuere tan presto, para que sepas cómo te conviene conversar en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y apoyo de la verdad. |
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Y sin cotradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne; ha sido justificado con el Espíritu; ha sido visto de los ángeles; ha sido predicado á los Gentiles; ha sido creído en el mundo; ha sido recibido en gloria. |