| Capítulo 6 |
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HERMANOS, si alguno fuere tomado en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restaurad al tal con el espíritu de mansedumbre; considerándote á ti mismo, porque tú no seas también tentado. |
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Sobrellevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo. |
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Porque el que estima de sí que es algo, no siendo nada, á sí mismo se engaña. |
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Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo respecto de sí mismo, y no en otro. |
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Porque cada cual llevará su carga. |
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Y el que es enseñado en la palabra, comunique en todos los bienes al que lo instruye. |
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No os engañeis: Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. |
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Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. |
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No nos cansemos, pues, de hacer bien; que á su tiempo segaremos, si no hubiéremos desmayado. |
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Así que, entre tanto que tenemos tiempo, hagamos bien á todos, y mayormente á los domésticos de la fe. |
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Mirad en cuán grandes letras os he escrito de mi mano. |
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Todos los que quieren agradar en al carne, éstos os constriñen á que os circuncidéis, solamente por no padecer persecución por la cruz de Cristo. |
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Porque ni aun los mismos que se circuncidan guardan la ley; sino que quieren que vosotros seáis circuncidados, para gloriarse en vuestra carne. |
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Mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado á mí, y yo al mundo. |
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Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura. |
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Y todos los que anduvieren conforme á esta regla, paz sobre ellos, y misericordia, y sobre el Israel de Dios. |
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De aquí adelante nadie me sea molesto; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús. |
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Hermanos, la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. |